martes, 23 de febrero de 2010

Confecciones y pensamientos (Parte dos de los Mails)

He conocido no pocos judíos ateos (mi amigo Alejandro Zohn, por ejemplo). Eso de que su fe está en su raza francamente me parece muy jalado. Para comenzar, eso de raza tal vez ni Hitler lo hubiera dicho mejor. ¿Querrá decir el padre Fidel que los judíos tienen algo así como un gen de la fe en el famoso yahavé? Sólo así se podría entender su afirmación.

¡Ay, ay, ay, ay! ¿No le gustan los sacrificios humanos pero el dios de los cristianos, en el que cree don Fidel, estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo (¿era humano o no?) para limpiar la “culpa” de los humanos? Si dios existiera y fuera tan grande, bondadoso, sabio, Etc. como dicen que es, ¿le importarían unas cuantas palabras, unos cuantos actos, unas cuantas tonterías de unos seres infinitamente inferiores (porque si él es infinito, ¿qué tamaño tenemos nosotros respecto al infinito?). ¿No le gusta jugar? ¿Y qué es sino un juego macabro el ponerles la tentación de una manzana a Adán y Eva? ¿Y la bromita a Abraham, que don Fidel más bien enreda o se enreda para tratar de explicar lo inexplicable, no es también una broma macabra?

Te voy a explicar cómo es que fui llegando al ateísmo. Yo era muy mocho. Comunión diaria y toda la cosa. Estaba en el ITESO y un cura que nos daba ¡teología! en tercero de ingeniería, nos dejó un trabajo en el cuál debíamos explicar las ventajas de la oración.

Yo era mocho y dedicado, así que me puse a pensar: Como dios es tan grande, tan sabio, tan bueno sabe perfectamente lo que yo o cualquiera otro necesita. Así que rezar para pedirle esto o aquello no tiene sentido. Si él es sabio, eterno e infinito y sabe todo sobre todas las cosas, ya sabe lo que me conviene y lo que no. Por lo tanto, rezar para pedirle algo es no sólo estúpido sino hasta soberbio. Me explico. Pedirle algo es en alguna medida aconsejarle que haga esto o aquello y ¿cómo puede alguien ser tan insensato como para andarle recomendando cosas a dios? Así que rezar para pedir es inútil y hasta ofensivo y peligroso (y ya sabemos que el buen dios puede ser bastante vengativo cuando se le ofende), así que más vale no moverle por ahí. Me explico en lo de vengativo. ¿Es dios todopoderoso?, ¿ser todopoderoso –e infinitamente bondadoso, además- implica que puede perdonar todo lo que a él se le antoje perdonar? Si la respuesta es sí, y estoy seguro que tú, don Fidel y todos los cristianos dirán que sí, entonces ¿porqué está dispuesto, permite –y hasta parece que goza- mandando al sufrimiento eterno a unos pobres imbéciles, infinitamente inferiores a él, sólo porque, como es mi caso, no tuvieron “la gracia” de la fe? Porque además, si es “gracia” yo no tengo realmente “la culpa” o, en tu caso, “el mérito” de no creer o sí creer. Vengativo sí es y, a mis ojos, eso es un grave defecto. Pero si la respuesta es que no puede perdonar algunas de nuestras ofensas y por eso nos manda al infierno, ¿cuál es el caso de andar diciendo que es todopoderoso?, ¿por qué sería digno de adoración si no puede hacer algo tan sencillo –para la gente buena- como perdonar?

Entonces otro sentido de la oración es para alabarlo, para reconocerlo, para agradecerle (¿qué?). Bien. Hay que rezar para alabar a dios y decirle que es muy bueno (aunque muchas veces no logremos encontrarle la bondad a sus actos u omisiones), que lo queremos mucho. Una persona que requiere, porque a dios “le gusta” que le alabemos, de tantas alabanzas me da la impresión de que es un ser un tanto infantil, inseguro y tonto (¿no se da cuenta de lo enormemente poderoso que es y necesita que se lo estemos recordando?).

Al final de cuentas, porque estoy haciendo un resumen, llegué a la conclusión de que rezar es, en el mejor de los casos, un acto inútil y bien vistas las cosas, un tanto ofensivo al todopoderoso. Si eso es así, entonces mi comunicación con él está más bien cortada.

Ahí todavía creía en dios, sólo que ya estaba seguro que la comunicación era inútil o imposible.

Después crecí, me instruí y entendí un poco más las cosas. Me di cuenta que de plano no podía creer en nada espiritual. Que todo en el Universo es materia o es energía (el judío Einstein y el inglés Hawking nos dieron pistas para pensar que eso es verdad y que son “intercambiables” o que hay una equivalencia entre ambas). Leí a Russell (te recomiendo “Porqué no soy cristiano”) y a Stuart Mill y me di cuenta –porque el padre de Mill así le dijo a su hijo- que la pregunta de quién creo al mundo (Universo) con la clásica respuesta: dios, era bastante tonta, porque inmediatamente se puede dar el siguiente paso: ¿y quién creo a dios? Y si la respuesta es nadie, lo mismo podemos hacer con el Universo: nadie lo creo, existe. Si la respuesta vale para una cosa, vale lo mismo para la otra. Y el buen Guillermo de Occam (y su navaja) nos enseñó que no es sensato agregar elementos inútiles en las argumentaciones. Y el elemento dios es un elemento inútil en todas las argumentaciones que podamos hacer. ¿Dios permitió o propició el terremoto en Haití?, ¿porqué o para qué?, ¿qué quería lograr? Es más sensato eliminar a dios de este asunto y ponernos a estudiar la “tectónica de placas” y encontraremos la razón del terremoto. Ni en eso, ni en ninguna otra cosa que se me pueda ocurrir, encuentro que el elemento “dios” añada nada sensato al hilo de la argumentación.

1 comentario:

Agustín Molina dijo...

Pasé por todas tus etapas: comunión diaria, ateismo.
Hoy ni creo, ni dejo de creer.
Sólo creo que discutir sobre la existencia o no de dios, es perder el tiempo.
Es sólo una cuestión de fe. Y la fe no se discute.
Lo que SIEMPRE me molestó es los que viven de la FE de los demás.
(y si existiera, y permitió lo de Haití o lo de Chile, flor de pendejo, no?)